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sábado, 9 de julio de 2016

INFANCIA

Dolor que azota como un látigo directo al corazón;
Oh rabiosas lágrimas que desgarran mis pupilas,
Dichosa la sonrisa que antaño cruzaba por mi boca;
Raspazos en las rodillas, el mayor dolor y preocupación que una criatura podía tener en su niñez, sin darse cuenta que al crecer el dolor emocional superaría en gran manera a la infancia que fugazmente se marchaba. ¡Vuelve! Grito una y otra vez.
Rabia contenida amenaza salir por mi lengua desatada.

Irritante lo que mis oídos escuchan repitiendo la misma melancólica sinfonía cantadas en las partituras de mi alma.

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