Como toda niña soñadora;
En la infancia acariciaba en mi mente el deseo de bailar
ballet;
Una danza diferente a cualquier otra en la que la armonía y
elegancia de cada paso, cada salto, la majestuosa ola de cisnes puros parecían
surcar el cielo.
Entregados a cada gesto, cada giro.
Rostros angelicales;
Perfectos rostros de porcelana intacta.
La belleza de las musas en apenas unos ojos entre abiertos
haciendo vibrar por su cuerpo la estática emocionada de transformarse en puros
sentimientos.
Deseé ser como aquellas musas de rostro angelical que con
dedicación y dolor desde la coronilla hasta la punta de los pies hacían magia
con sólo unos pasos de su enigmática danza.
Mi deseo de ser ángel como ellas sigue arraigado más puede
ser demasiado tarde, las ansias de un sueño perdido;
La tristeza de la ausencia, de aquél sueño que inocente como
un niño abrazó mis ilusiones.
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